El síntoma más frecuente de un ictus es la pérdida brusca de fuerza (parálisis) en una parte del cuerpo. Lo más habitual es la parálisis de una mitad de la cara y del brazo del mismo lado. Según la localización y el tamaño de la lesión del cerebro, la pérdida de fuerza puede afectar a la mitad del cuerpo (hemiplejia) o tan solo a uno de los miembros (monoplejia). También puede afectarse los dos lados del cuerpo a la vez (tetraplejia), y en los casos más graves, el ictus puede dificultar la respiración y disminuir el nivel del conciencia (coma). Con frecuencia, el paciente puede sentir alterada la sensibilidad en la misma zona en que pierde la fuerza (hipoestesia), o notar una sensación de acorchamiento (parestesias). En algunos casos puede doler la cabeza (cefalea) de forma intensa o modrada, aunque lo más habitual es que el ictus no cause ningún tipo de dolor.
Otro síntoma frecuente es la alteración del lenguaje (afasia), que se pude acompañar de la pérdida de fuerza antes comentada si la lesión cererbal es extensa. La afasia puede comportar que el paciente articule las palabras con dificultad (disartría), o que emita un lenguaje bien pronunciado per en el que se confundan las sílabas de una palabra, se cambien unas palabras por otras, o se utilice un lenguaje totalmente incoherente o incomprensible. En otras ocasiones, el paciente afásico aparenta hablar con normalidad, pero no entiende las órdenes simples que le dan, como por ejemplo que cierre los ojos o que levante un brazo.
Como se ha comentado ya, la alteración de la visión puede ser también un síntoma de ictus, y en ocasiones ser el único síntoma presente, aunque es más habitual que se acompañe de alguna de las alteraciones descritas. Lo más frecuente es la pérdida brusca
de visión en un lado del campo visual (hemianopsia), alteración que puede afectar a uno o a los dos ojos. El paciente puede perder de manera brusca el equlibrio, hasta el punto de serle imposible caminar (ataxia). No son infrecuentes las caídas al suelo en el momento de la aparición de un ictus. Además de perder el equilibrio, el paciente puede referir una sensación subjetiva de giro de los objetos (vértigo) o de visión doble (diplopia). En general, un vértigo aisaldo que no se acompaña de otros síntomas obedece a causas menos graves que un ictus. De manera infrecuente, un ictus puede complicarse con la aparición de crisis epilépticas. Es importante saber que ante cualquiera de los síntomas descritos se debe consultar sin demora con un facultativo, quien iniciará los estudios necesarios para identificar su causa.